.

.

sábado, 18 de mayo de 2013

Reflexiones sobre la -mi- muerte.

La muerte...

Muchas veces me he preguntado en estos últimos meses si la muerte es en verdad un castigo o una "bendición", por llamarlo de alguna forma.

Hace un par de años decidí salir de , como yo lo llamé, "el closet religioso", y declararme abiertamente ateo, aunque algunos de mis más cercanos amigos parecen haberlo sabido desde antes que yo mismo lo supiera. Esa aceptación de mi creencia, o falta de ella, me ha hecho pensar -y descubrir- un par de cosas con respecto a la vida, y a la muerte misma.

Nuestro miedo a la muerte es algo aprendido. Es un cliché social. Nos enseñaron que la muerte es ese punto en el cual te juzgan por todo lo que has hecho en la vida. Todos aprendimos que si fuimos buenos (impecables), vamos al cielo, pero si nuestros pecados son suficientes, iremos al infierno donde sufriremos una eternidad de castigos y cosas feas y macabras. Por eso tememos a la muerte, porque todos sabemos que hemos pecado arrechamente y que, si todo el cuento es verdad, nos vamos a pudrir en el infierno abrazaditos a Virgilio y bajo las torturas de Hades, Satanás, Lucifer, Luzbel, El Ángel Caído, o como nos dé la gana de llamarlo.

Lo siento por los que creen. Para mí no es más que un inmenso mar de "BULLSHIT".

También he aprendido durante estos últimos meses que la muerte es algo a lo que no se le debe temer. Todos vamos a morir, tarde o temprano. Si la muerte fuera tan mala no nos moriríamos. Eso, al menos, es lo que yo creo. Morirse es tan natural como nacer. Es parte de nuestro ciclo de vida -o de muerte- y algo de lo que no vamos a escapar por más que lo busquemos, con médicos, con brujos, con astrología, con camida sana, con deportes. No importa lo que hagamos, no vamos a escapar de ella.

Y es aquí donde entro a mi relación personal con la doña con capucha negra, manos de hueso y una gran guadaña.

He estado durante estos últimos meses mirándole la cara, oliendo su aliento, que no es tan hediondo como algunos describen.

Pero, ¿por qué tenerle miedo?

Muchos dicen que cuando no hay nada que perder hay mucho por ganar. Pero ¿qué es lo que en verdad se gana cuando ya se ha perdido todo? hasta las ganas.

No la busco, pero no huyo de ella. Porque, como dije al principio ¿cómo saber si es una bendición o un castigo?

¿Es realmente la muerte un castigo del que se debe escapar? ¿o no es más que una salida a toda la mierda que nos ahoga sin compasión?

Quizás quien habla ahora no es más que un "yo"  que tiene demasiada cerveza encima.

Quizás quien ahora escribe estas líneas no sea más que un tipo ahogado por el remordimiento y a quien su consciencia le aplasta la poca cordura que su cerebro le ha dejado intacta.

Hace casi 4 años descubrí que comenzaba a vivir, luego de 29 años. Hace año y medio confirmé que estaba desesperadamente vivo... Hace 8 meses me dí cuenta que esa vida es simplemente un soplo de decisiones mal tomadas. De errores. De muerte interna.

Ya ni sé qué es lo que escribo... escribo más allá de mi consciencia. Más allá de lo que entiendo. Así van mis días, mis noches, mis amaneceres, mis anocheceres.

Y es que la muerte comienza cuando haces daño a la gente que realmente te importa. A la gente que más amas. En ese momento comienzas a morir. En ese momento dejas de vivir.

Yo, sinceramente, ya morí en buena parte.

Como dije: no busco la muerte, pero no le huyo.

Porque tener el alma muerta es el paso previo para la muerte física.

Mueran en paz. Mueran sin deber nada, de corazón.

Mueran cuando deban morir. Pero nunca maten lo que realmente desean. Porque en ese momento ya habrán muerto, sin remedio.

Feliz noche. Feliz Muerte.

No hay comentarios: