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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Te extraño

Te extraño.

Despunta la noche entre corolas grises, marchitas,
se desespera el viento entre sueños perdidos.

Te extraño.

Así como te extraña el tiempo que se detuvo,
que se detuvo sin ti.

Te extraño.

Y el olor de tu cabello tortura mi memoria,
herida, culpable, sin forma.

Te extraño.

Mi voz ha perdido sus armónicos, seca,
mi música se desafina.

Te extraño.

Mi mano toma la mano del silencio
y la soledad se ríe de mi mientras me abraza.

Te extraño.

Se desangran mis ojos día a día en una lluvia incontrolable,
se desangra mi ánimo, se apaga la luz.

Te extraño.

Vuelan las faldas de tu blusa por los pasillos de la casa,
suena tu voz en cada esquina de mi mente.

Te extraño.

Tus ojos, abiertos, fijos en mis ojos.
Tus dedos, entrelazados en mi piel.

Te extraño.

Como se extrañan dos pieles desnudas fundidas en el abrazo que habla del futuro,
un abrazo que murió sin haberse hecho realidad.

Te extraño.

Y en cada lágrima que derrama mi alma, muere un poco más.

Te extraño.

Como extraña la luna que la vea reflejada en tus hombros,
como extraña mi olfato el sabor de tu piel.

Te extraño.

Me extrañas...

jueves, 15 de noviembre de 2012

Plenilunio

No...

No...

Mi mente no está funcionando bien, lo sé...

(tic toc)

Simplemente lo sé, lo siento. A veces la imagino cerca, cerca, cerca... cerca...

Cerca...

(tic toc)

No necesito ningún especialista en los intrincados recovecos de la psique para que me lo confirme. Va más allá de los medicamentos...

(tic toc)

Me doy cuenta de que mi cordura falla mientras me tomo este delicioso café con canela y yerbabuena que me acaba de servir mi abuela. Mi abuela. Extraña viejecita esa señora. Todo un personaje. La veo alejarse sin decirle nada. Ella no sonríe, nunca la he visto sonreír.

El reloj cucú de la sala marca una hora que no sé especificar. No logro entender esos números y ese endemoniado petirojo me mira con ojos de odio, lo sé. Lo siento en mis huesos.

Pobrecita mi abuela. Ya hace 3 años que murió. Sufrió tanto....

(tic toc)

Bebo otro sorbo de este delicioso café que ya no sé quién me trajo mientras levanto un portaretratos que contiene el más hermoso momento de mi vida. Ellas y yo. ¿Hace cuánto de eso? no lo recuerdo. Puede que tres meses, puede que tres años, puede que treinta años. El tiempo se ha vuelto un elemento filosófico y subjetivo en mi vida.

No, mi mente no trabaja bien...

(tic toc)

Tomo mi teléfono celular y le escribo un mensaje como lo hubiese hecho tiempo atrás: "buenos días, mi amor. Deseo que este sea un hermoso día para ti. ¡Recuerda siempre que TE AMO!". Pero ya ella no responde mis mensajes. Y son las 8 de la noche.

TIC TOC

Entonces como único consuelo abrazo a ese cuerpecito cálido y amoroso que siempre está a mi lado, diciéndome cosas lindas y llenando mi vida con sus risas y sus ocurrencias. Cierro los ojos, la beso en la frente, aparto la cara, abro los ojos y recibo la sonrisa muda de un cojín que me guiña un ojo sarcástico y burlón.

Hace ya cinco días que murió mi perro, debería retirar su cadaver de mi sala. Pero primero debería construir una sala.

El cenicero se esconde bajo una montaña de colillas, buscó entre los restos de cigarrillos fallecidos alguno que todavía tenga algo que se pueda fumar.

TIC TOC.

Te amo...

tic toc

(tic toc)

Una mujer obesa y amorfa destruye mi columna vertebral sentándose en mis hombros. No sé su nombre, pero conozco su rostro, pues siempre se inclina hacia adelante para verme a los ojos, me culpa, me juzga. Maldita que siempre esquiva las puñaladas que le lanzo.

No, mi mente no trabaja bien.

Soy condenado, carcelero y ejecutor en la cárcel de mi cerebro.

No, mi mente no trabaja bien.

Estoy cansado, ya debería despertar.

Tardío. A modo de prólogo.

Mi blog cambió. Sí.

He notado que el cambio en mi escritura ha extrañado, conmovido e incluso impactado a mucha gente. Algunos me han expresado su preocupación. El blog cambió, sí. Y la razón principal de ese cambio es que yo cambié. Muchísimo. No soy el mismo de hace un año, de hace unos meses, incluso. Si soy mejor o peor, no lo sé, no puedo decirlo. Y la verdad es que no me interesa.

Este es mi nuevo blog. Un blog sin frenos, sin represiones, sin ataduras.

Mucha gente cree que lo que aquí escribo es una expresión lastímera de mis propios sentimientos. No lo corroboro, pero tampoco lo niego. La libertad del escritor le permite plasmar en las palabras un poco de su propia esencia en cada escrito que crea. Allí radica la magia de las palabras, en eso y en que el lector siempre estará en libertad de interpretarlas como mejor le convenga, como mejor satisfaga sus necesidades.

Todo dependerá siempre de la perspectiva del lector.

Las palabras permanecen allí, inamovibles, esperando que la mente de quien las lee les de un matiz distinto dependiendo de lo que desee o sienta en el momento en que las lea.

Nosotros, los escritores, aunque quizás peco de ególatra al incluirme en ese gremio, somos sólo un canal para hacer llegar esas palabras a ustedes. Algo así como aquél diálogo de Platón en el cual convertía a Homero en un medio de los dioses, así como a los rapsodas, para transmitir su divinidad.

Ustedes leerán como quieran, entenderán lo que quieran, interpretarán lo que deseen.

Yo simplemente seguiré escribiendo, hasta que mis dedos mueran.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Despedida

- ¿Y ahora?
- ¿qué cosa?
- ¿qué hago?
- ¿con qué?
- ¿eres imbécil? ¡con esto! Con... con nosotros...
- Seguir adelante, supongo.
- Adelante...
- Sí...
- Te extraño.
- Ya no tengo nada que hacer aquí, lo sabes.
- Eso no significa que no te extrañe.
- ¿Qué quieres de mi?
- No sé. Que te quedes. Aunque a veces desearía no haberte conocido.
- No me puedo quedar, sólo fui una circunstancia.
- ¿Qué hay adelante?
- La vida.
- No me interesa vivirla, no ahora. No sin ti.
- No vas a morir sin mi, eso lo sabes. Es un razonamiento estúpido.
- No moriré, es verdad, pero no viviré igual. Desde que te conocí mi vida cambió, todo fue distinto, todo fue perfecto...
- Te aferraste a mi, y ese fue tu error, nunca debiste aferrarte.
- ¡¿POR QUÉ, MALDITA SEA?! ¡¿QUÉ TENÍA DE MALO AFERRARME A TI?! ¡¿QUÉ TENÍA DE MALO AFERRARME A ALGO POR PRIMERA VEZ EN MI VIDA?!
- No grites, no ganas nada con eso. Nunca fui real, eso es todo.
- Y todo lo que sentí ¿dónde quedó? Todo esto que despertaste en mi, todo lo que fui con tu llegada ¿todo me lo inventé?
- Lamento decirte que así parece.
- No puedo creerlo.
- Es mejor que lo hagas.
- ¿A dónde irás?
- Al mismo sitio en el que estaba antes de aparecer en tu vida.
- No te entiendo ¿dónde es eso?
- Tu imaginación.
- ¿Volverás?
- No...
- ¿Puedo llorar?
- No, no me hagas llorar.
- No puedo evitarlo.
- Llorando no me retendrás, llorando no ganarás nada. Y sabes que al llorar, lloraré yo también.
- ¿Por qué?
- Porque aún estamos unidos.
- Tienes razón. Lo mejor es que te vayas de una vez. No quiero saber más de ti, renuncio a ti. Vuelve a ese sitio de donde nunca debiste haber salido. Vuelve al encierro del que nunca debí dejarte salir.
- Lamento que estés pasando por todo esto. Pero no nos culpes, por favor.
- ¡¿Y de quién carajo es la culpa?! Mía por inventarte y tuya por salir y llenarme la cabeza con tan ta mierda. Pero ya basta.
- ¿Qué haces? ¿Qué estás haciendo?
- Terminar con esto.
- ¡Deja eso donde estaba!
- ¡No voy a dejar que te vayas! ¿Estás entendiendo?
- ¡Me estás asustando!
- No tienes nada de qué asustarte. Tú mismo lo has dicho; no eres real.
- ¡ESO NO TE DA DERECHO!
- Tengo todo el derecho del mundo, en sólo un momento tú y yo seremos pasado. En sólo un momento dejaremos de ser dos caras de un mismo ser. Adiós, hombre del espejo. Gracias por todo.
- ¡NO HALES ESE GATI....!

martes, 13 de noviembre de 2012

La habitación de dentro.

Allí estaba él, sentado, solo. En su banca habitual, con un rictus que pretendía simular ver la gente al pasar.

Pero la verdad es que allí estaba sólo su cuerpo. Él no. Sí y no. Porque el verdadero "él" estaba dentro de sí. En esa habitación a la que le gustaba llamar su "mente". Una habitación que ahora sólo le causaba repulsión, que sólo le causaba asco.

Él simplemente entraba y se paraba allí, en la puerta, a observar lo que aún quedaba en pie. Lo poco que aún servía de allí dentro.  Paredes que antaño parecían recubiertas de un tapiz vivo y colorido ahora estaban  plagadas de moho y polvo que llenaban el aire con esa neblina verdosa que hacía tan difícil mantener los ojos abiertos y respirar profundamente.

La lampara de techo solía ser de bronce y cristal... sí, de ese... ¡de Swarovski! porque ese era el cristal de moda, ¡y la lámpara que iluminaba la habitación mental debía ser magnífica e inmensa...! de esa lámpara sólo quedaban recuerdos, unos cables aún amenazando un cortocircuito que acabaría con lo poco que quedaba en pie.

Libros podridos al pie de la biblioteca que se jactaba de poner a la mano las más grandes obras de la Literatura Universal, ahora la literatura del polvo. Un escritorio para diseñar planes y sueños que ya era víctima insalvable de las polillas mentales. Bichos implacables las polillas mentales. Pueden acabar con todo a una velocidad pasmosa.

No pudo evitar dejar caer una lágrima al ver lo que a él le gustaba llamar el "sillón de las sonrisas". Toda mente que se respete debe tener un sillón donde su dueño se postre a disfrutar cada uno de esos momentos de felicidad extrema que se proyectan en la pantalla de la mente, cosa que también debe tener toda mente que se precie. A ese sillón el lo llamaba así: el "sillón de las sonrisas". Piel de la mejor calidad, sobre un armazón de las mejores maderas traídas de donde salieran las maderas mentales. Ahora víctima de alguna especie de sádico asesino subconsciente. una veintena de heridas abrían al amado sillón en toda su envergadura, mostrando lo que parecían ser bocas acolchadas y macabras esperando tragar todo lo que en ese sillón se gestara. Ya no había más sonrisas en ese sillón.

Un piano de media cola de lo más fino que se podía conseguir en una época en los mercados de la imaginación, que exhibió majestuosamente su semblante imbatible y que llenó la habitación de tantas hermosas melodías irrepetibles, porque en la mente no hay partituras eternas, todas cambian en cuestión de segundos, ahora yacía en el suelo de medio lado, una pata partida, casi la mitad de sus teclas partidas, muchas cuerdas perdidas. Sólo un Re bemol se mantenía intacto, ese que nunca quiso escuchar.

Pero lo más triste era la cama. El lecho dónde tantas veces hizo el amor a tantos recuerdos. Un colchón que aún conservaba el aroma de un cuerpo que ya no recuerda si de verdad existió. Se sentó en el borde de la cama y notó que ese olor se confundía con el olor de la sangre. ¿cuál sangre? ¿por qué sangre? nunca nadie había muerto allí dentro. La cama era un amasijo de hierros oxidados. El colchón, sin embargo, se mantenía intacto del lado izquierdo.

Eso era lo que quedaba de su aposento mental, de lo que algún día fue su mejor lugar para estar. Un lugar que detestaba, pero del cuál no lograba, y no quería salir.

Se sienta en un rincón, allí donde el tapiz de las paredes aún no olía tan mal, y decidió llorar. Cuando alguien toca su hombro.

Ella...

Era ella...

La mujer era pálida, alta. Él la reconocía, a pesar de no haberla visto tan de cerca. Nunca la habría creído tan hermosa. Y quiso preguntarle a la gente si podían reconocer su hermosura, pero nadie más era capaz de verla a ella, ni de escucharlo a él.

Ella se arrodilló frente a él, acarició su cara, el tacto de su mano era frío, demasiado, por un momento él sintió que no había piel en esas manos, pero no se atrevió a mirar. La sonrisa de ella era perfecta, era sanadora, aunque implacable.

- Ven -dijo ella-
- ¿A dónde? -preguntó él, confundido-
- A un sitio donde no se sufre, a un lugar donde nadie hace falta, donde nadie hiere, donde nadie daña. Un sitio donde ya no se siente culpa. Un sitio donde la verdades son completas, donde las mentiras nada dicen. Un lugar donde nada se pierde, porque nada es tuyo.

Ese lugar -pensó él-, era un lugar para cobardes... y él no era un cobarde, ¿o sí? ¿Acaso los últimos meses de su vida lo habían hecho tan irreconocible para él mismo que ya no era capaz de asegurar no ser un cobarde?

Tu cerebro ha sido tu traidor, dijo su neurólogo. Pero el grabador que aún funcionaba en su habitación sólo repetía juicios.

Termina de un sorbo su café.

Da una última calada a su cigarro.

Toma su mano, y corrobora que no tiene piel, sin embargo no tiene miedo a esa mano toda huesos.

Cierra los ojos, y la besa.

Las besa a las dos...

Más nunca besará.