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jueves, 15 de noviembre de 2012

Plenilunio

No...

No...

Mi mente no está funcionando bien, lo sé...

(tic toc)

Simplemente lo sé, lo siento. A veces la imagino cerca, cerca, cerca... cerca...

Cerca...

(tic toc)

No necesito ningún especialista en los intrincados recovecos de la psique para que me lo confirme. Va más allá de los medicamentos...

(tic toc)

Me doy cuenta de que mi cordura falla mientras me tomo este delicioso café con canela y yerbabuena que me acaba de servir mi abuela. Mi abuela. Extraña viejecita esa señora. Todo un personaje. La veo alejarse sin decirle nada. Ella no sonríe, nunca la he visto sonreír.

El reloj cucú de la sala marca una hora que no sé especificar. No logro entender esos números y ese endemoniado petirojo me mira con ojos de odio, lo sé. Lo siento en mis huesos.

Pobrecita mi abuela. Ya hace 3 años que murió. Sufrió tanto....

(tic toc)

Bebo otro sorbo de este delicioso café que ya no sé quién me trajo mientras levanto un portaretratos que contiene el más hermoso momento de mi vida. Ellas y yo. ¿Hace cuánto de eso? no lo recuerdo. Puede que tres meses, puede que tres años, puede que treinta años. El tiempo se ha vuelto un elemento filosófico y subjetivo en mi vida.

No, mi mente no trabaja bien...

(tic toc)

Tomo mi teléfono celular y le escribo un mensaje como lo hubiese hecho tiempo atrás: "buenos días, mi amor. Deseo que este sea un hermoso día para ti. ¡Recuerda siempre que TE AMO!". Pero ya ella no responde mis mensajes. Y son las 8 de la noche.

TIC TOC

Entonces como único consuelo abrazo a ese cuerpecito cálido y amoroso que siempre está a mi lado, diciéndome cosas lindas y llenando mi vida con sus risas y sus ocurrencias. Cierro los ojos, la beso en la frente, aparto la cara, abro los ojos y recibo la sonrisa muda de un cojín que me guiña un ojo sarcástico y burlón.

Hace ya cinco días que murió mi perro, debería retirar su cadaver de mi sala. Pero primero debería construir una sala.

El cenicero se esconde bajo una montaña de colillas, buscó entre los restos de cigarrillos fallecidos alguno que todavía tenga algo que se pueda fumar.

TIC TOC.

Te amo...

tic toc

(tic toc)

Una mujer obesa y amorfa destruye mi columna vertebral sentándose en mis hombros. No sé su nombre, pero conozco su rostro, pues siempre se inclina hacia adelante para verme a los ojos, me culpa, me juzga. Maldita que siempre esquiva las puñaladas que le lanzo.

No, mi mente no trabaja bien.

Soy condenado, carcelero y ejecutor en la cárcel de mi cerebro.

No, mi mente no trabaja bien.

Estoy cansado, ya debería despertar.

1 comentario:

Jazz dijo...

Me Asombra tu nueva faceta con el Blog... mas no me extraña, pues bien es sabido que todo músico tiene alma de Poeta! excelente Leo! me alegra que salieras del closet (literariamente hablando) jajajajaja! un abrazo mi pana!